En el cine, en la radio, en la música, en las noticias, en tiendas, cafeterías, discotecas… en todas partes está presente el alcohol y todos hablamos de él casi sin darnos cuenta.
Que si las tapas con cañas con los amigos, que si tomar vino en la cena, brindar con champán, o un cubata para desinhibirse a la hora de bailar en la discoteca…
Y es que el alcohol nos rodea y forma parte de nuestra sociedad pero eso no quiere decir que su consumo sea inofensivo.
Datos sobre el alcohol
El consumo excesivo de alcohol produce 3,3 millones de muertes en el mundo al año y además es factor causal en más de 200 enfermedades y trastornos. Así mismo es la droga que más problemas sociales y sanitarios causa.
Varios factores influyen en cómo y en qué medida el alcohol afecta el cerebro:
- cuánto y con qué frecuencia bebe una persona;
- la edad en la que él o ella comenzó a beber, y durante cuánto tiempo ha estado bebiendo;
- la edad de la persona, el nivel de educación, el género, los antecedentes genéticos y los antecedentes familiares de alcoholismo;
- si él o ella está en riesgo como resultado de la exposición prenatal al alcohol;
- su estado de salud general.
Según la OMS, de todas las muertes atribuibles al alcohol, el 28% se debieron a lesiones, como las causadas por accidentes de tránsito, autolesiones y violencia interpersonal; el 21% a trastornos digestivos; el 19% a enfermedades cardiovasculares, y el resto a enfermedades infecciosas, cánceres, trastornos mentales y otras afecciones.
El consumo de alcohol provoca defunción y discapacidad a una edad relativamente temprana. En el grupo etario de 20 a 39 años, un 25% de las defunciones son atribuibles al consumo de alcohol.
Alcohol y cerebro
El alcohol altera de forma significativa la estructura y la función cerebral, lo que contribuye a la aparición de alteraciones neuropsicológicos que interfieren en la vida familiar, social y laboral y en el cumplimiento de los programas terapéuticos.
Son varios los estudios que han demostrado una asociación entre alcoholismo crónico a largo plazo con daños en las funciones cognitivas.
En el estudio de Topiwala, A., et al. (2017) se observa como un mayor consumo de alcohol se asocia con una menor densidad de la materia gris, atrofia del hipocampo y el deterioro de la microestructura de la sustancia blanca.
Incluso un consumo moderado ya muestra daños neuropsicológicos. En ese mismo estudio observaron que quienes manifestaban un consumo moderado de alcohol tenían hasta tres veces más posibilidades de sufrir alteración cerebral si se comparaban con los individuos abstemios. No hallaron pruebas de ningún papel protector ligado a un consumo leve de alcohol.
Entre las funciones cognitivas habitualmente afectadas se encuentran las capacidades visuoespaciales, las perceptivomotoras, la memoria, la atención y las funciones ejecutivas.
Estos déficits cognitivos son un problema a la hora de abordar los trastornos por consumo de alcohol ya que pueden hacer que las personas no asimilen la información del programa, que haya baja participación en los talleres terapéuticos, que no recuerden las pautas, etc.
En la siguiente tabla puedes ver algunas de las manifestaciones neurológicas que provoca el alcohol en el sistema nervioso central, del estudio de Planas-Ballvé A, et al. (2017).

Efectos del alcohol en el cerebro adolescente
El alcohol es la sustancia más consumida entre los 14 y los 18 años, edades en las que el cerebro está aún desarrollándose. El cerebro adolescente es más sensible a los efectos neurológicos del alcohol que los cerebros adultos.
Algunas regiones como el cortex prefrontal y el hipocampo, de maduración más tardía, y los importantes procesos que éstas organizan, parecen diana especial de la acción del alcohol en los jóvenes.
Entre los más jóvenes se puede observar un patrón de consumo intensivo intermitente concentrado en los fines de semana (los botellones). Los atracones de alcohol o Binge Drinking puede tener consecuencias nefastas en un cerebro que está madurando y dañarlo a largo plazo. Se ha demostrado que estas borracheras de fin de semana afectan sobre todo a la memoria y al aprendizaje.
Del mismo modo, el inicio temprano de su consumo se ha asociado a un incremento importante del riesgo a desarrollar alcoholismo. Existe hasta cuatro veces más probabilidad para desarrollar dependencia en jóvenes con inicio al consumo antes de los 15 años respecto a jóvenes con inicio a partir de los 20.
¿Hay diferencias entre alcohólicos abstinentes y personas no consumidoras de alcohol?
Cuando una persona deja el alcohol durante mucho tiempo, se observan cambios neuropsicológicos durante los primeros meses de abstinencia. Pero aunque ciertos tipos de deterioro cognitivo pueden revertirse, la recuperación no llega a ser total.
En un estudio de Romero-Martínez, Á., (2018) se comparó el rendimiento neuropsicológico de alcohólicos abstinentes durante un periodo de tiempo prolongado y un grupo control de hombres que no consumían alcohol. Encontraron que el grupo de alcohólicos abstinentes presentaban déficits de razonamiento abstracto, velocidad de procesamiento, atención sostenida, memoria de trabajo y a largo plazo (verbal y visuoespacial), flexibilidad cognitiva, inhibición y planificación. Además, este mismo grupo tuvo significativamente mayor angustia personal y síntomas de alexitimia que el grupo de control.
La edad parece desempañar un papel relevante en el grado de recuperación, de modo que los sujetos de edad avanzada (mayores de 55 años) muestran una menor mejoría tras varios meses de abstinencia que los sujetos jóvenes.
Resumiendo
Tanto el consumo moderado como el abuso de alcohol a largo plazo tiene un impacto negativo en el cerebro (siendo el cerebro de los adolescentes el más vulnerable), de manera que incluso cuando la bebida termina, los problemas cognitivos persisten.
- Cadaveira Mahía, F. (2009). Alcohol y cerebro adolescente. Adicciones, 21(1).
- Corral-Varela, M., & Cadaveira, F. (2002). Aspectos neuropsicológicos de la dependencia del alcohol: naturaleza y reversibilidad del daño cerebral. Revista de Neurología, 35(7), 682-687.
- Griswold, M. G., Fullman, N., Hawley, C., Arian, N., Zimsen, S. R., Tymeson, H. D., … & Abate, K. H. (2018). Alcohol use and burden for 195 countries and territories, 1990–2016: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2016. The Lancet, 392(10152), 1015-1035.
- Planas-Ballvé A, et al. Manifestaciones neurológicas del alcoholismo. Gastroenterol Hepatol. 2017. http://dx.doi.org/10.1016/j.gastrohep.2017.05.011
- Romero-Martínez, Á., Vitoria-Estruch, S., & Moya-Albiol, L. (2018). Perfil cognitivo de los alcohólicos abstinentes durante un periodo de tiempo prolongado en comparación con un grupo de hombres que no consumen alcohol. Adicciones.
- Topiwala, A., Allan, C. L., Valkanova, V., Zsoldos, E., Filippini, N., Sexton, C., … & Kivimäki, M. (2017). Moderate alcohol consumption as risk factor for adverse brain outcomes and cognitive decline: longitudinal cohort study. bmj, 357, j2353.