Sí, has leido bien. Albatros. En concreto albatros cabezigrís. Una especie de albatros que nidifica en islas de la Antártida y subantárticas.
Estos días me he aficionado a ver documentales de animales y en uno de los capítulos del documental de la BBC “Siete mundos, un planeta” me llamó la atención una peculiaridad de la vida de estos pájaros.
Te pongo un poco en contexto:
Los albatros cabezigrís forman sus nidos en el suelo de forma cónica con pasto y barro, de forma que quedan un poco elevados del suelo. Ponen sólo un único huevo en dos años, al que cuidan alternándose para incubarlo durante dos o tres meses.
Una vez que el huevo se rompe, el polluelo no es capaz de valerse por si mismo ni puede regular su temperatura. Por eso mientras uno de los progenitores sale en busca de comida el otro se queda para calentarlo y protegerlo hasta que el polluelo pueda hacerlo solo.
Hay ocasiones en los que el padre (que es el que normalmente se ocupa de la incubación) tiene que salir del nido dejando al polluelo solo. Como muestran en el documental, se toman su tiempo para despedirse de su cría. Lo acicalan, le dan cariño….no es fácil despedirse.
Una vez que se ha ido, llega una gran tormenta con fuertes vientos que hace que el polluelo caiga del nido al suelo (a pocos centímetros). Y aquí viene lo curioso, cuando vuelve el padre no reconoce al polluelo aunque esté justo al lado del nido. Como no está en su nido, no lo reconoce como suyo. El polluelo hace lo imposible para volver al nido, pero aun así, el albatros le ignora por completo.
¿Cómo pueden sobrevivir estos pájaros si sus padres no les reconocen si han caído del nido? No les alimentan ni le dan calor, ni les protegen si no están donde los dejaron. (A pesar de estar a escasos centímetros de su padre). No lo reconocen por la vista, el oido ni el olfato. Solo lo identifican si lo encuentran en su nido. Y sin embargo tienen muy buen olfato para encontrar su nido.
¿¿Te imaginas no reconocer a tu bebé si no está en la cuna??
Esto no hace más que demostrar lo importante que es reconocer a los tuyos o a los depredadores para poder sobrevivir. Y eso me recordó que no había hablado aun de la prosopagnosia.
Los humanos sentimos preferencia por las caras nada mas nacer. El procesamiento de estos estímulos es de vital importancia para la aparición y el desarrollo del lenguaje, las experiencias afectivas o las relaciones sociales. Sin embargo, existe una alteración que impide que podamos reconocer caras, normalmente debido a un daño cerebral, que se conoce como prosopagnosia.
No obstante estas personas no puedan reconocer caras, se mantiene preservada la habilidad para identificar a la persona por su voz o por algún rasgo en particular como el color del pelo, las gafas, un lunar, el flequillo, etc.
Neuroanatomía de la prosopagnosia
La percepción del rostro es un proceso muy complejo que incluye el trabajo conjunto y simultáneo de diferentes áreas cerebrales.
Normalmente las lesiones que se asocian a la prosopagnosia se localizan en la región occipitotemporal derecho, aunque se han encontrado también en lesiones bilaterales o incluso unilateral del hemisferio izquierdo. Parece que cada hemisferio puede contribuir a distintos procesos del reconocimiento facial.
Las dos estructuras que mayor activación han mostrado son el surco temporal superior y el giro fusiforme.
Modelo de procesamiento y tipos de prosopagnosia
Se han desarrollado diversos modelos cognitivos para explicar los distintos ámbitos de procesamiento que pueden estar implicados en el reconocimiento facial. Según estos diferentes modelos, el procesamiento de caras implica una serie de pasos o de rutas, cada uno de los cuales puede estar específicamente alterado en función de la localización de la lesión cerebral.
Uno de los modelos teóricos con mayor aceptación es el de Bruce y Young (1986) según el cual nuestro cerebro tiene un sistema especializado en la identificación de caras, diferente al sistema de identificación de otros estímulos visuales. Para Bruce y Young, este procesamiento se realiza a través de cuatro módulos separados que permiten derivar diferentes tipos de información.

El primer módulo es el de codificación estructural de los detalles que percibimos y que da lugar a la construcción de una representación visual. Aquí se incluye la discriminación del estímulo dentro de la categoría de las caras, las características de forma y orientación de las partes, la expresión y el lenguaje facial.
En el segundo módulo se activaría la unidad de reconocimiento facial donde se compara lo percibido con las representaciones previamente almacenadas en la memoria. Esta activación es la que da lugar a sensaciones de familiaridad.
El tercer paso sería activar el nodo de identidad de la persona, así recordaríamos información sobre cómo o dónde conocimos a esa persona, su profesión, etc.
Por ultimo se produce el acceso al léxico que es lo que nos permite articular el nombre de esa persona.
Una lesión cerebral puede afectar a cualquiera de estos módulos. Si la lesión se encuentra en el primer módulo, se produce una alteración perceptiva en la que la persona no puede reconocer si lo que está viendo es una cara u otra cosa. Esto se conoce como prosopagnosia aperceptiva.
En cambio, si la lesión dificulta el acceso al resto de módulos de reconocimiento se conoce como prosopagnosia asociativa. En el caso de afectar a las unidades de reconocimiento facial, la persona no diferenciaría entre caras familiares y no familiares. Si el déficit se centra en los nodos de identidad personal pueden identificar género o estimar la edad sin recordar ninguna información semántica de las caras y por último estaríamos ante una anomia al no ser capaces de acceder al léxico para emitir el nombre.
¿Qué tienen en común Oliver Sacks, Brad Pitt y la princesa Victoria de Suecia?
Nunca imaginé que hablaría en un mismo post sobre albatros y Brad Pitt… pero todo tiene un por qué.
Aunque este déficit se dé mayormente después de un daño cerebral, también hay casos de prosopagnosia congénita o del desarrollo. Estas personas discriminan entre estímulos que son rostros y los que no lo son, en grados que van de leve a grave. En algunos casos no solo fallan en el reconocimiento de una cara sino también en el reconocimiento de las emociones faciales.
En neuroimagen se ha mostrado en alguno de estos casos una correlación entre la disminución del giro fusiforme y la gravedad de la prosopagnosia congénita.
El propio Oliver Sacks habló sobre su propia prosopagnosia en su libro “Los ojos de la mente”, donde mencionaba que incluso le pasaba con él mismo:
“… en muchas ocasiones he pedido disculpas a un hombre de barba por casi golpearle, para darme cuenta después de que ese hombre de barba larga era yo mismo en el espejo.” Sacks
Hace unos años, en una entrevista Brad Pitt revelaba que padecía esta condición, y que debida a ella, mucha gente lo tachó de pretencioso, ya que no saludaba a nadie o parecía no recordar quienes eran. La verdad es que no reconocía los rostros de estas personas.
Y lo mismo le ocurre a Victoria de Suecia, lo que hace que su trabajo se le complique bastante.
Concluyendo…
Por suerte, los humanos tenemos otras vías que hacen que reconozcamos a la persona que tenemos enfrente. Puede ser una característica de esa persona que nos llame la atención, el olor, el tacto, el sonido de su voz, la forma de caminar…
Aunque sufrieras de prosopagnosia reconocerías a tu cría a pesar de no estar en el nido y eso repercute enormemente en nuestra supervivencia al fin y al cabo.
En cambio los albatros no parecen tener esa suerte…
Bibliografía:
- García-García, R., & Cacho-Gutiérrez, L. J. (2004). Prosopagnosia: ¿entidad única o múltiple. Rev Neurol, 38, 682-6.
- Triviño, M., Bembibre J., Arnedo, M. (2019) Neuropsicología de la percepción. Editorial Síntesis